Orlando Hernandez

LAS FOTOS DE ORLANDO

 

Por: Jorge Mata

 

A Orlando pueden encontrarle caminando por la concurrida Calzada 10 de octubre, una de las arterias principales de la capital cubana. No obstante, su territorio también se extiende a barriadas periféricas como la Víbora, Luyano, Santa Amalia, Mantilla, Párraga y el Casino Deportivo entre otras. También le podemos ver por las céntricas calles del Vedado o merodeando la Avenida 26. Lleno de curiosidad recorre kilómetros ataviado con su gorra, pulóver, short, zapatillas deportivas, mochila y un pomo de agua para enfrentar el inclemente sol. 

 

Cuando algo llama poderosamente su atención, detiene la marcha, saca su cámara, dispara y registra la verdad. Tras el lente explora una realidad plagada de seres de carne y hueso que habitan la ciudad, ajenos al glamour de las galerías de arte, los medios masivos de comunicación, la revolución tecnológica y el artistaje. Orlando, sabe que sus imágenes son crudas, pero la realidad cubana es aún peor. Es conciente de que sus fotos carecen de artificios técnicos, estéticos o conceptúales, para él es una necesidad espiritual, algo intimo, disfruta el proceso más que el resultado. Los retratos le gustan sin velos ni florituras, los percibe como registros del presente para un mañana esperanzadamente mejor. 

 

Orlando Hernández (San Antonio de los Baños, 1953), se desmarca de pretensiones artísticas, aunque un hombre de su calibre y experiencia en el ruedo tiene los ojos bien entrenados. Por eso no le importa demasiado si estampan su nombre en el selecto club de los fotógrafos contemporáneos cubanos. Alejado de los parques temáticos para el turismo y la propaganda oficial, saborea el cuerpo a cuerpo con sus semejante en las calles de la urbe, donde desprejuiciadamente dialoga con las almas marginadas por la sociedad y presta atención a otros actores de la realidad capitalina. 

 

Pueblos ancestrales creían que las fotografías roban el alma. Los retratos de Orlando encierran la voces de los intocables cubanos, los más desfavorecidos, aquellos que nadie escucha por más que griten. En su andar también registra entornos citadinos degradados, practicantes de las religiones afrocubanas, artistas populares, objetos cotidianos, manchas abstractas, tatuajes o Ángeles kídos, victimas de un sistema decadente encallado por la pobreza, arengas caducas y el implacable peso del tiempo. 

 

Si bien las edades y el sexo de los modelos fotografiados abarcan los espectros más amplios, se nos hace evidente una mayor presencia de miembros de la tercera edad. Y esto no es casual, para nadie es un secreto que este segmento poblacional es el más vulnerable, desfavorecido y donde se encuentran los niveles de pobreza más acuciantes en la isla. Las pensiones que reciben por una vida de trabajo, sacrificio y entrega a la causa, no les alcanza para vivir con la decencia merecida, ante una inflación imparable. Algunos tienen la suerte de tener miembros que se preocupen por ellos fuera de la Isla y así logran ir campeando el temporal. Otros no tienen tanta suerte y son presas fáciles de la soledad, enfermedades como la demencia o la diabetes; se acrecientan las adicciones como el alcohol, son embaucados, resisten abusos en silencio y lo peor, sufren la indiferencia del prójimo y en muchos casos, de las autoridades. En esa jungla de asfalto tropical pasan a formar parte de la ya numerosa casta de los olvidados, pareas anónimos derrotados por la vida, los errores personales y la endémica crisis económica. En nuestro encuentro informal Orlando nos comenta: 

 

“Comencé a fotografiar esos ambientes en el años 2000, no pude antes por carecer de cámara propia. La vida de los personajes que uno conoce en la calle es muy rica, me llaman más la atención que las vanidades de mi mundo.  Registro las costumbres de una humanidad frágil. Necesito esa aglomeración de experiencia y también conocer gente distinta. He estado en treinta países por cuestiones vinculadas a mi profesión, pero me he dado cuenta que no puedo vivir en otro país que no sea este, soy local, formo parte del ecosistema”. 

 

Sin pestañear (2016), ha sido la primera y única exposición personal que ha realizado. La organizó la pareja conformada, por el reconocido fotógrafo Juan Carlos Alom y su esposa Aimara Fernández para Studio 8, espacio situado en el sótano de su propia casa del Vedado.  “No participé en su curaduría, ni en la selección de imágenes. Alom quiso mostrar las fotos al verlas por accidente en mí computadora, no fue algo previsto, simplemente surgió”, nos explica Orlando. 

 

Como un explorador posmoderno Orlando Hernández, se lanza a las calles de los barrios que domina con los ojos bien abiertos, acude a la captura del instante preciso. Sabe lo que busca, pero no lo que puede encontrar. En nuestra charla nos cuenta anécdotas sobre Ibis y Rafael (el Toro y la Tora), Efraín Morciego Reyes (el Poeta), Angelina y sus perros, Oscar (Cosita) y José Dranguet (Pepe el Rasta), entre otros personajes callejeros con los cuales ha entablado relaciones afectivas, algunos ya nos están entre nosotros pero queda su registro en la memoria. Muy pocas de las fotos que nos muestra son robadas, a Orlando le interesa el diálogo con los individuos que protagonizan sus imágenes. Escuchar sus historias de vida le motiva, ellos agradecidos por la proximidad se muestran diáfanos, tal cual son ante la cámara, y eso se nota en las fotografías. 

 

Tal como llegó a nuestro hogar, se marcha con prisa y activo. Ante nuestra insistencia para escribir estas líneas, deja confiado una carpeta repleta de imágenes de su andar por los barrios. Hoy, compartiremos con todos ustedes, una pequeña parte de su arsenal privado. La mirada personal de un hombre maduro que no se sienta a esperar la inspiración resguardado por las paredes de su confortable hogar, pues la verdad yace ahí fuera. 




Fichas Orlando Hernández

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

36 x 28,5 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

36 x 28,5 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

 

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

  1.  

Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

 

 

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Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

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Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

 

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Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

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Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

36 x 28,5 cm 

La Habana, Cuba

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Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba

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Orlando Hernández 

Sin título, 2005-2015

Impresión digital sobre papel 

Canson Infinity Baryta

28,5 x 36 cm 

La Habana, Cuba